EL ARTE EN LA

NUEVA ERA









SERGE RAYNAUD de la FERRIÈRE







INTRODUCCIÓN











Al escribir este libro, no tengo otra pretensión que la de dar luz a los buscadores. Propiamente hablando no se trata de una obra sobre arte tal como se entiende habitualmente, sino sobre el ARTE dentro de su forma real.

Sin ningún talento de escritor, expongo hechos, sin intentar lograr una literatura propia de aquellos que generalmente se manifiestan en público; me disculpo por ello. Al igual que en mis conferencias ya sean sobre ciencia, filosofía o arte, me expreso con las palabras que me vienen al espíritu y no preparando un esquema o con ayuda de notas que construyan un tema desde todo punto de vista irreprochable. Que se me comprenda: no es por falta de respeto para con los oyentes o los lectores que ofrezco brutalmente mis conocimientos; y “conocimiento” es ciertamente la palabra, ya que no hago más que transmitir cosas conocidas, a veces olvidadas o ignoradas por algunos, pero al fin “conocidas” y no mías, lo cual me deja indiferente del hecho, y de la manera en que se aceptan. No tengo por qué agradar puesto que no predico; estoy lejos de toda idea de convertir o imponer. Me hago intermediario de una Tradición que no necesita ser defendida sino simplemente expresada para los que permanecen todavía en la ignorancia o para los que demandan saber.

En lo que concierne a esta pequeña obra, pienso que hay suficientes tratados sobre la historia del arte para que pueda permitírseme pasar por alto un orden cronológico y listas nominativas completas; supongo que es también interesante mirar a esa rama del ideal humano desde otro punto de vista.

Esta otra manera de ver no es sin duda banal, puesto que voy a penetrar en algunos misterios de la Antigua Doctrina Sagrada; pero en la aurora de una Nueva Edad hay que retomar los legados de la Antigua Sabiduría, a fin de establecer sobre nuevas bases (o bien sobre las mismas de antes, pero adaptadas a un nuevo modo de existencia) la aplicación de los conocimientos reservados durante largo tiempo tan sólo a los privilegiados: los Iniciados.

Esta última palabra cuántas veces ha sido empleada (¡ay!) de una manera equivocada y entiendo por Iniciados, no a los miembros de una secta cualquiera o a sociedades secretas, sino a los Iniciados con “I” mayúscula, que son quienes han bebido en las Fuentes de la Sapiencia Original. Los Colegios Iniciáticos, que estuvieron cerrados durante épocas regulares de la historia de la Humanidad, abren de nuevo sus puertas, no en un sentido simbólico, como muchos se lo han imaginado, sino real, como consecuencia de la Nueva Era a la cual hemos entrado por el fenómeno de la precesión equinoccial, que ha determinado al año 1948 como el del inicio de la época Acuariana, el comienzo de la Edad del Aguador. “La Misión de la Orden del Acuarius” (vehículo público de la Gran Fraternidad Universal) se ha establecido desde hace algunos años por el mundo y sus Escuelas de Sabiduría, sus Colegios de Iniciación, están a la disposición de todos aquellos que buscan la VERDAD. No se trata de cualquier tipo de organización que difunde vagos principios de moral o una especie de enseñanza hermética, sino más bien es un movimiento (154 sociedades y organizaciones se han fusionado ya a la Institución) que agrupa a idealistas, artistas, místicos, filósofos, científicos, religiosos, psicólogos y buscadores de todas las categorías.

El arte tiene su rol en el mundo, como todos los otros pensamientos que puedan producir un avance en el perfeccionamiento del individuo; y por este echo, retomar los principios artísticos sobre la base de un “Retorno a la Mística” se impone tanto como una “Moral Universal” en filosofía o una “Matesis Sagrada”11 en ciencia. Es absolutamente necesario reeducar a la humanidad y, este libro no realiza ese objetivo, sino que se presenta como una documentación elemental para la preparación de la Gran Obra.

Como en mis diferentes obras (serie de “Los Grandes Mensajes” y de los “Propósitos Psicológicos”) el texto es algunas veces oscuro, no precisamente a propósito, sino porque más explicaciones llevarían demasiado lejos y, por otra parte, ya que escribo sobre todo para los alumnos de los Colegios de Iniciación de la G.F.U. es algo lógico que hayan seguido no solamente los cursos sino también leído los diversos textos precedentes, en donde estas mismas explicaciones se dieron ya con más detalle y sucesivamente, a manera evolutiva, en la continuación de la enseñanza.

Algunas veces repito con el fin de satisfacer a los lectores profanos y para hacer comprender mejor las coordenadas a las cuales con tanta frecuencia hago mención.

El Arte, evidentemente, no tendría necesidad de ser explicado, sobre todo en su sentido profundo en el cual voy a abordarlo, pero en fin, para los que no están abiertos a este ideal, hay que pensar, sin embargo, en una cierta educación general. Hay algunas cosas primordiales a saber y el artista, él mismo, ha intentado hacerlo sentir plenamente al mundo, como Gounod cuando dice: “El artista no es en ninguna parte su propio maestro, él pertenece al mundo”. Por esto es útil que el mundo comprenda al artista. Saber que Rafael no puede ser superado es aceptar una opinión corriente, es juzgar de una manera banal al pintor de la “Transfiguración”. Vale más, por ejemplo, buscar un detalle en su cuadro “La Curación del Lisiado cerca de la Puerta del Templo”: se observará que los pilares de ese templo no existían en la época, ni siquiera en alguna arquitectura de alguna otra nación; fueron inventados por el propio artista, no se le puede reprochar evidentemente esta superchería, más aún, se debe admirar en ello tanto su talento de constructor arquitecto como el de inventor.

Es bueno, por ejemplo, tener en cuenta que Caravaggio ha remecido toda la aristocrática tradición de la pintura italiana; él hizo tabla rasa e inicia algo muy particular, una técnica propia, un género personal y en él entrega lo que parece querer revelar.

“Cuando tú cantas” de Víctor Hugo, puede tener un encanto para algunos pero, de qué modo son realzados estos versos en la “Canción de cuna”12 de Gounod, por ejemplo; es decir, una rama del Arte viene a socorrer a la otra.

Entiendo por esto: una coordinación de las vibraciones de las palabras con las de la música y las de la música con las de los colores, y así sucesivamente.

Convendría que el mundo comprendiera esto, aun cuando los artistas no quisieran entenderse, ya que no es muy amigable para ellos: qué maravilla se puede producir dentro de un elemento de síntesis.

Qué importa conocer bien “Don Giovanni” si se ignoran las funciones de Mozart en las sociedades secretas. Evidentemente, si uno se contenta con la simplicidad, con la visión exterior que son las cosas, como Milton que define la poesía: simple, tierna y calurosa. Lamento no poder seguir por ese sendero infantil. Hay demasiadas cosas llamadas ocultas que han devenido visibles y demasiado importantes para ignorarlas todavía. Es cierto que no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Como Gounod decía tan bien cuando era muy joven “Yo y Mozart”, rectificando más tarde por “Mozart y Yo” y finalmente adulto adquirió la costumbre de decir “Mozart” a secas. Esta evolución en el pensamiento del gran compositor señala una comprensión a la cual yo invito a todo el mundo; es la identificación muy conocida en Yoga, de los Chellahs hacia su Gurú. Gounod había encontrado a su Maestro, primero escuchando “Der Freischütz” de Weber, luego fue para él una revelación “Otelo” de Rossini, pero al final no realizó un género de música sino simplemente, como le contesta a su madre: “Música” con Mozart, éste será su Gurú, su Maestro, y su Guía. El califica a Beethoven de “Michelangelo” de la Música y dice que Gluck tiene un arte comparable con una antigua estatuaria, con sus líneas nobles y puras.

El Dórico y el Jónico sirvieron a los griegos cerca de un milenio y, sin embargo, durante ese tiempo, qué riqueza en sus construcciones. Es posible no variar un estilo si se respeta la pureza de las líneas y si se aproxima a un cierto canon del arte. Por la Ley del Corán, el primer mandamiento del Decálogo ordenó: “No harás imagen o grabado que represente cosa viviente alguna sobre la tierra”. Y, sin embargo, los musulmanes han dado pruebas de un arte de una riqueza insospechable, no solamente en la decoración con arabescos, sino dentro de las líneas generales de su arquitectura. Los cristianos tienen esta misma prohibición en sus Escrituras, de no tallar imagen, y Juan insiste en su Evangelio (Capítulo IV, vers. 21 – 24) de adorar a Dios en espíritu. Evidentemente, si este mandamiento no fue seguido por la Iglesia, no nos quejamos, ya que ella no habiendo respetado esta regla cristiana nos ha ofrecido durante siglos esculturas y pinturas que han motivado nuestro gozo. El Antiguo Testamento está lleno de estas recomendaciones (Éxodo XX, vers. 4) de no adorar estatuas, de no hacer la reproducción de Dios (Éxodo XXXIV, vers. 17; Levítico XIX, vers. 4) o esculpir figuras llamadas santas (Levítico XXVI, vers. 1).

En resumen, se puede ver que el arte se desarrolla no importa dónde ni cuándo, ni con qué motivo o tema determinado. ¿Acaso Shelley no habló de la naturaleza como un panteísta, como alguien que rinde culto a las fuerzas exteriores, a las influencias, y a las bellezas?

¡Este poeta, como tantos otros, se ha expresado mejor de Dios en pocas veces, que un verdadero teólogo! He leído a ateos cuyas líneas traslucían la divinidad expresada con altura; no es siempre en el motivo o en el tema escogido donde se encuentra el sentido profundo del motivo alrededor del cual el mundo evoluciona.





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En fin, lo “Sacro” no está siempre dentro de los temas llamados “Sagrados”, y esto nos lleva hablar del símbolo; es en efecto por medio del simbolismo, y lo veremos en todo el curso de este libro, que se expresa la idea más elevada: la divinidad entendida sobre todo en el sentido del Absoluto o a veces como en los símbolos típicamente religiosos: el dios personificado.

Los MANDALAS (textualmente “círculo mágico”) son símbolos arquetípicos que se pueden encontrar en los lugares más diversos y en las épocas más remotas (Láminas 18 a 21 y 62); en los tiempos paleolíticos, en las pinturas de arena, así como también en los pueblos Indos. Ciertos “Mandalas” son muy simples; puede tratarse de un círculo, de una cruz, de un cuadrado, etc.; otros, muy complicados, ofrecen figuras que demandan un largo estudio y producen una especie de evolución del espíritu en la medida que se asimila lo que ellos representan.

En el Tíbet la Iniciación consiste aún, algunas veces, en la simple contemplación de un Mandala, se trata en ciertas ocasiones de una pintura, pero más frecuentemente de una pieza de metal, como la que me fue dada en el momento de mi “Iniciación” al Sannyasa y reproducida aquí.13 Una concentración delante de ese motivo puede producir fenómenos cuyo carácter no cabe definir aquí, pero algunos acostumbrados al dharana conocen los efectos (Lámina 18).

Los emblemas son, asimismo, especies de mandalas igualmente, un ejemplo típico es la cruz pectoral de los misioneros de la Orden de Acuarius; ese emblema de la G.F.U. resume un conjunto de conocimientos, al mismo tiempo que una Tradición representada dentro de un simbolismo arquetípico (cuyos elementos veremos más adelante).

Los atributos religiosos se encuentran un poco dentro de este orden de ideas, los decorados ornamentos de las casullas de los sacerdotes, los cálices y otros objetos sagrados poseen algunas veces esta idea del símbolo emblemático. Jacob Boehme (1575 – 1624), en su obra “Libro del Alma”, ofrece un ejemplar muy bello de mandala cristiano; se trata de los cuatro evangelistas rodeando al Cristo como las reproducciones que aún se encuentran con frecuencia en pintura, esculturas, o grabados de iglesia.

Una inclinación por el número 4, reforzando una figura central, es generalmente el aspecto bajo el cual se presenta los mandalas en Occidente. El mandala es un hecho psíquico autónomo del cual no son sólo los yoghis los que han salvaguardado los efectos. Entre los Taoístas encontramos el “Sello de la Sabiduría”, que consiste en efecto en los 8 Kouas (todavía el 4, pero doble), como se puede ver en el dibujo de Lao Tzé (Lámina 4), en la mano del cual he colocado el famoso diagrama de Fo-Hi.

El “Tao” (el camino, el sendero, la Vía Iniciática) que extrae su nombre de la única obra que Lao – Tzé ha escrito, el “Tao-Te-King” dícese ser el camino del medio! se entiende ciertamente por camino: Dios mismo; es la única vía, el único sendero, todo el resto es maleza donde uno se pierde y se aleja del camino, de LA VIA; es perder su tiempo porque se deberá, algún día u otro, volver hacia esta única línea que conduce a la META.

En fin, el Arte es, pues, la explicación más detallada de estos mandalas básicos: la música, la pintura y la escultura son otras tantas ramas de extensión del principio único que hay que expresar. Se puede decir que el arte es la manifestación de una idea (estoy tentado a decir, de un ideal) que no tiene, por tanto, necesidad de ser explicada, puesto que ya es un hecho el que esta idea esté expresada. El artista expresa su idea con su arte y como cada nota, cada color o palabra, son símbolos que representan una idea, ya no es necesario agregar cosa alguna. Sabemos que todo es vibración según el primer concepto de la doctrina hermética convertido en nuestros días en un principio científico desde los descubrimientos modernos, que concuerdan en todos los puntos con lo que ya era conocido hace varios millares de años.

Una nota de música, por ejemplo, es una vibración para expresar en otro lenguaje el nombre de un planeta, de un metal, de un perfume, de un color, por eso es necesario, pues, al escuchar una composición musical asir el significado, y debido a que simplemente no estamos educados dentro de este sentido, es que cada uno interpreta a su manera una sonata de Beethoven, o una sinfonía de Schubert. En efecto, para escuchar una composición musical sería necesario que la misma idea surgiera inmediatamente de todo el auditorio, es sólo en el modo de expresarse del artista que se encontraría más o menos el placer de escucharlo “hablar” el lenguaje musical. Basta dar una partitura a que la ejecuten diez pianistas diferentes para ver cómo cada uno “hablará” diferentemente; serán siempre las mismas notas del compositor, mas lo que él quiso expresar será interpretado a la manera de cada uno y esto sucede igualmente en el lenguaje o en el uso de la palabra, que es diferente para cada uno de nosotros; unos con fácil elocución, otros sin posibilidades de vocabulario, sin mencionar aún a los de diferentes acentos.

Por fuera de la concepción de belleza, queda el problema de la proporción, sobre la cual Leonardo da Vinci ha escrito detenidamente, pero otra vez se trata de una parte de la estética que se concibe siguiendo ideas que están muy bien determinadas por nuestros conceptos personales.

Alberto Durero hizo notar que un hombre de pie, con los brazos extendidos toca un cuadrado perfecto en sus lados, pero esto no probaría que debemos respetar estas proporciones.

El problema de simetría y asimetría viene igualmente a propósito de la cuestión. Cuántos siglos nos hemos quedado pensando que sería necesario seguir un trabajo de “doublure” en todo. No hace mucho, aún se veían por todas partes esos cuadros colgantes a ambos lados de la chimenea; la costumbre de colgarlos de dos en dos ha desaparecido hace apenas unos años. Quatremere de Quincey y Winckelmann han escrito inteligentemente acerca de lo ideal pero el problema subsiste y jamás podrá ser definido enteramente.

La “Venus de Milo”14 (Lamina 22) es la mujer triunfante en su belleza, mientras que la “Venus de Médici” es una representación de la femineidad (mujer con instinto maternal en virginidad) dentro de proporciones distintas (Lámina 23). Los romanos tenían sin embargo una idea de la belleza femenina distinta a la de los griegos, y éstos una muy diferente a la que contemplaban los chinos, y estos últimos, a su vez, estaban muy lejos de apreciar la belleza como los negros del África. Se acuerda a veces reconocer una escala establecida en lo que concierne a la estética, ¿pero no es esto por pereza de buscar por sí mismo? La columna Corintia estuvo en uso cuando las artes habían alcanzado el más alto desarrollo, según el decir de los historiadores. Hay que destacar que ella corresponde exactamente con la proporción de la figura en división, en la cual el capitel y la moldura de la base son elevados siete veces hasta la altura del cuerpo de la columna misma.15

La división ordinaria de la figura operada por ocho cabezas es el resultado de la transformación de las grandes líneas según la evolución del reino animal (ictiosaurio, ave, perro, mono, hombre primitivo, ser civilizado), de acuerdo con las teorías darwinianas.

Esto me hace pensar en esta ontogénesis, que es la transformación experimentada por el individuo desde la fecundación del huevo hasta la forma adulta así como en la paleontogénesis, que es la serie de transformaciones de la especie. En otras palabras, el embrión revive, de acuerdo a un proceso extremadamente rápido, todas las etapas por las cuales han pasado sus ancestros. En breve, el embrión que no dispone más que de su gestación propia, debe revivir, a partir del protozoario inicial, todas las vidas, no solamente de la raza humana sino todas las etapas desde la primera célula hasta el hombre. En efecto, son entonces más de dos millares de millones de años los que este embrión atraviesa en nueve meses (en lo que concierne al embrión humano).

El huevo llega dentro de la matriz generalmente 12 o 15 días después de su salida del folículo y la fecundación resulta en todos los seres vivientes de la unión del huevo con un elemento masculino siempre único (anterozoide para las plantas y espermatozoide para los animales).

La primera indicación del embrión es como una gotera dirigida que sigue un meridiano del huevo y que no es otro, por lo demás, que lo que será el eje cerebro espinal y debajo de este bosquejo se forma la cuerda dorsal.

Tenemos así, a los cordados, la etapa de los moluscos; la paleontogenia general está aquí en la época siluriana (lo que nos coloca a un millardo de años en tan poco tiempo!), lo cual hace que el embrión reviva la mitad de la existencia de la especie y tienda ahora hacia la época en la cual aparece el amphioxus (ancestro de todos los vertebrados), es el devoniano (alrededor de 760 millones de años antes de nuestro tiempo).

Se reconoce en todos los seres (y en el Amphioxus en particular) las mismas etapas embrionarias, pero con modificaciones debidas a la aceleración dentro del sistema de desarrollo de las partes y a las condiciones en las cuales se opera este desarrollo. Esta aceleración es inevitable. Venimos de recorrer, por ejemplo, el ¼ del segundo millardo de años de los 760 millones de años que nos separa de la aparición de los cordados. Aunque el enorme “vitellus” de los monotremas haya desaparecido y no está más representado sino por la vesícula hueca, el embrión se desarrolla a costa de un “vitellus fantasma”!. Tenemos los embriones de reptiles y de pájaros, los monotremas; esta clase intermediaria entre los mamíferos y los seres que vuelan (el tipo más conocido es el ornitorrinco, que tiene pico de pato y patas palmípedas, pone huevos, pero está cubierto de pelos, tiene mamas y amamanta a sus pequeños como los mamíferos; por otra parte, es anfibio para señalar mejor su paso de vida acuática a la existencia aérea).








Lámina 18.-MANDALA DEL MAESTRE, durante su etapa de Sannyasín

en el Tíbet.




Lámina 19.-MANDALA EN EL TEMPLO DORADO DE BENARÉS, India.

Lámina 20.-ESTELA DE CHAVIN, Cordilleras Blanca de los Andes, Perú. La transformación de los centros electro-telúricos, que hacen cambiar una cumbre de la sabiduría por otra y eso se verifica en lo que se refiere al Himalaya: su fuerza se dirige hacia los Andes y es en América del sur, una vez más, donde los Prudente van a agruparse. Igualmente en lo que se refiere a los santuarios que se eliminan poco a poco de un Asia que se vulgariza cada día. En cambio, los Sitios Sagrado se organizan cada día más en una América que se espiritualiza. Es en los Andes, en la doble cordillera, donde se conservó durante miles de años la tradición de la Ciencia Antigua que era de inspiración puramente divina. Es allí donde se conserva y se trasmite fielmente la pura y sublime llama de la devoción, y es de allí que va a florecer la magnifica civilización de la Edad Nueva. De esas alturas van a fluir las Aguas de la Prudencia Eterna para lavar y regenerar las razas decrépitas que se estancan en los pantanos pestilenciales de las honduras. Bibliografía (Propósitos Psicológicos, VII, pág. 36).


Lámina 21.- ESTELA MAYA… Los Mayas, los Quichés, los Aztecas, los Incas, dejaron de esa doble espina dorsal del planeta una huella indeleble de sus conocimientos. Bibliografía (Propósitos Psicológicos, VII, pág. 36).














Lámina 22 y 23.- VENUS DE MILO Y VENUS DE MÉDICIS, la mujer triunfante en su belleza y la mujer con instinto maternal en virginidad, dentro de proporciones distintas.














Lámina 24.- PARTENÓN, templo griego (Ton Partenón, que significa: “de las vírgenes”) donde también se calculaban las relaciones de espacio entre los planetas y las estrellas por Anaxágoras y sus discípulos: Pericles, Temístocles, Tucídides, Demócrito, Empedócles, Eurípides, Arquelao y tal vez Sócrates.













Lámina 25.- CALENDARIO ASTRONÓMICO AZTECA. El año de los mayas y nahoas hallábase admirablemente relacionado con varios otros períodos astronómicos, como ahora se confirman en la ciencia actual, las relaciones del ciclo anual con otras connotaciones planetarias que permiten aplicaciones de precisión de fracciones de segundo en la moderna Cosmobiología.

El origen de la vida data, pues, de dos mil millones de años, la época llamada de los protozoarios, luego de los silurianos (un millar de millones), la época de los cordados. La edad carbonífera (500´000.000) con el amphioxus; la jurásica (77´000.000); vemos entonces a los mamíferos reemplazar la postura de huevos por el parto de sus críos, minúsculos, llevados todavía por la madre en una bolsa y en un tiempo, libres, entre los marsupiales. La época terciaria marca la era de los circones (5´500.000); vemos aparecer al Homo Primigenius (la bestia, el ser puramente animal todavía), es el pleistoceno (1´500.000) y la aparición del Homo Faber (el que elabora herramientas, el hombre con inteligencia) y al fin, la época moderna y la era del Homo Sapiens, el hombre que se eleva a la comprensión de los problemas del cielo, del universo y de su destino.

A pesar de todos estos conocimientos no siempre respetamos el último escalón de la evolución; así, por ejemplo, las mejores de nuestras estatuas no están a menudo dentro de las proporciones de lo que consideramos la perfección, es decir, el último modelo de la evolución de la especie. El ideal griego presentaba como ángulo facial: 100º, lo cual es poco probable en un ser viviente cuyo promedio de ángulo puede ser de 80º, el orangután es de 30º, en la raza negra es de 70º, etcétera, pero muchos artistas han llevado el perfil de su modelo a la exageración; algunos tienen un ángulo de 90º, los romanos llegaban hasta los 96º y así los griegos hasta 100º.

Aquello que tenemos no es mas que una apariencia de belleza; bien seguimos un modelo o no lo seguimos. ¿Por qué entonces establecer una ley de estética, cuando aún no estamos todavía seguros de lo que es “bello”?

Admiro, ciertamente, la obra “Kolosal” de Vogeland en Noruega y especialmente su monolito en el parque de Oslo, pero no se puede decir que se desprende de todas sus estatuas una idea de belleza o aún de armonía; fui impresionado sobre todo por la suma de su trabajo más que por su sentido artístico, claro está. Aparte de los bronces de niños en el camino principal y los motivos sobre el puente, sus conjuntos de piedra son grotescos tanto por el estilo como por el motivo. Concibo muy bien que la belleza no es uniforme siempre y en todas partes; soy el primero en defender esta idea, pero debe existir entonces algo pintoresco, una idea, un motivo, y no la simple reproducción corriente de cuerpos desgarbados, degradados, espesos, como las parejas de este artista escandinavo.

El Partenón (Lámina 24) es ciertamente un templo griego perfecto y queda como un ejemplo de lo pintoresco, aún en ruinas, ya que se trata aquí no de la belleza únicamente dentro del conjunto novedosamente construido, sino de la belleza en el aspecto y esto es lo que falta frecuentemente en las obras artísticas. Se puede pintar lo horrible o esculpir lo espantoso, pero puede, en ello, todavía existir un “género de belleza”. En la Acrópolis de Atenas nada fue descuidado, se ha construido belleza conservando lo bello. En México ciertas esculturas son espantosas en el motivo mismo, pero en cuanto al conjunto del estilo, desprenden una vibración mágica indescriptible. Existe un ambiente totalmente distinto, por ejemplo, en el Taj Mahal en la India, y los que han visitado Agra sabrán lo que quiero decir, estando todavía penetrado de la atmósfera del monumento maravilloso visto bajo el claro de luna.

¡Qué espíritu artístico ha de haber para poner en casas sencillas, como en Cachemira, bisagras de puerta, de plata cincelada! Estuve también muy interesado en esos grabadores de los pueblitos del Himalaya, que tallan el nombre o algunos motivos simbólicos en vasijas de sus clientes mientras éstos esperan en el umbral de la puerta. Visto desde ese ángulo el arte evidentemente no tiene límite y tampoco demanda ser honrado o criticado, él ES simplemente, y por la artimaña de los hombres sea cual sea, se manifiesta de diversas maneras y no tenemos siempre los sentidos suficientemente agudizados para poder apreciar su justo valor.





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“Dios no cesa de ser Creador y de estar continuamente actuando”, ha dicho San Jerónimo, y es suministrando de una parte el genio al hombre y por otra al darle los elementos necesarios para su superación que nosotros reconocemos el Principio Inteligente que es en efecto la verdadera manifestación por la cual uno puede rendirse a la Divinidad.

En las ramas del arte como el canto, la danza, la poesía, el artista se manifiesta directamente sin atributos (o puede al menos hacerlo de este modo) mientras que algunas artes como la escultura, la arquitectura, requieren de materiales para manifestarse. De esta idea, de la necesidad del artista de tener materia, surge naturalmente la idea misma de la Creación.

Según los Grandes Maestros hay tres elementos que participan en la Creación de la materia: el Mercurio , el Azufre: y la Sal:

Se notará que la Naturaleza hace mucho con poco!. Todo está constituido sobre una misma base, pero con tonalidades diferentes.

Estos tres elementos constitutivos de la materia actúan a través de cuatro elementos bien conocidos: el fuego, el agua

y sus derivados, el aire y la tierra

He aquí entonces el primer septenario establecido (3 principios y 4 elementos de la antigua física).

El elemento FUEGO da la sequedad y la solidez (es el azufre) y el elemento AGUA produce la humedad y es esencialmente fluídico (es el mercurio); el uno y el otro están sometidos a la influencia de un principio único inmaterial que los Filósofos Herméticos llaman AZOTH (es el Espíritu Universal). “Vosotros sois la SAL de la Tierra” ha dicho el Cristo.



Los dos elementos principales de base (FUEGO y AGUA) están simbolizados por dos

triángulos: el uno con la punta hacia arriba el (FUEGO) porque sube, es la llama del principio ígneo, tanto como lo es en sentido figurado el fuego interno, la Flama sagrada, la idea de la evolución, el espíritu que quiere retornar a Dios; el otro, con la punta hacia abajo (el AGUA), porque es la involución en la materia, es la encarnación del espíritu que viene del Absoluto, Dios hecho hombre, la sustancia líquida que desciende del cielo, en lluvia, al mundo de la materia, tal como el agua espiritual de los místicos. El uno es positivo (el FUEGO) porque es evolutivo; el otro negativo (el AGUA) porque es involutivo; es cuando el ser se sumerge en pasividad que recibe la influencia de lo Alto. Los dos elementos secundarios emanados de éstos: el Aire y la Tierra, son igualmente positivo (AIREtriángulo con la punta hacia arriba pero con una línea transversal para marcar que no está completo) y negativo (TIERRA triángulo con la punta hacia abajo, pero con una raya horizontal también, para señalar la separación de los dos mundos). Este conjunto acoplado se presenta bajo el símbolo del Sello llamado de Salomón, que caracteriza el equilibrio perfecto: el macrocosmo y el microcosmo éstas son las fuerzas en acción.





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La inmediata constitución de estos elementos y principios está caracterizada por las gemas.

Las piedras, preciosas o no, constituyen uno de los estudios más interesantes, pero pocos misterios han sido traspasados en esta materia y, sin embargo, ellas deben guardar en su seno un poco de la parcela de la Luz Celeste.

La Biblia habla de ello largamente y en varias partes, desde el Génesis donde se dice por ejemplo que el Phisón (uno de los 4 ríos del Edén) riega al país de Havila, rico en oro y piedras preciosas, etcétera, hasta el Apocalipsis, donde se dice que las murallas de la Nueva Jerusalem están construidas en Jaspe, cuyos 12 fundamentos son 12 piedras preciosas, las 12 puertas son como doce perlas, etcétera, y todavía en los capítulos de Isaías que muestran que la Ciudad Santa será construida sobre zafiros con coronas de rubíes, puertas de carbunclos y un cerco de piedras preciosas. Asimismo Ezequiel, en su lamento al rey de Tiro, declara cuan cubierto estaba de piedras preciosas como sardónicas, topacios, ónix, etcétera. A todo lo largo del “buen libro” se encuentran estas indicaciones, simbólicas o no, de las gemas.

Teniendo cada piedra una virtud magnética, se la puede relacionar con las Tribus de Israel, cuyo orden y significación expresan también un conjunto en el progreso de la vida humana:

SARDÓNICA: aumenta el coraje.

GAD: el hombre preparado al trabajo y al combate.

ESMERALDA: combate la acción de los venenos.

RUBÉN: paternidad y familia.

TOPACIO: inspira el horror a la sangre.

SIMEÓN: educabilidad y civilización.

CARBUNCLO: aumenta el calor vital.

ZABULÓN: domicilio y patria.

JASPE: favorece la fecundidad.

JUDÁ: triunfo y gloria.

ZAFIRO: ama la pureza.

ISSACHAR: recompensa cívica.

JACINTO: inspira la energía.

DAN: juicio y penalidad.

AMATISTA: disipa la tristeza y las Ilusiones.

EFRAÍN: progreso.

ÁGATA: lleva a la alegría.

BENJAMÍN: fruto del dolor, religión.

CRISOLITA: espanta los fantasmas.

NEFTALÍ: comparación, razón, Sabiduría.

BERILO: conserva la paz entre esposos.

MANASÉS: olvido de los errores.

ONIX: conserva la castidad.

ASER: dicha y paz profunda.



En el Racional de Aarón, sobre cada piedra estaba inscrito el nombre de Jehová en doce combinaciones diferentes para mostrar que todas las virtudes divinas son una sola y misma VIRTUD.

Se puede encontrar la composición de este Racional en el capítulo XXI del Apocalipsis de San Juan.

También es posible comprender así los misterios del URIM y el THUMIM (Luz y Sombra), que representaban simbólicamente los dos broches hechos de gruesas “perlas” y que se encontraban en el Racional que el Gran Sacerdote tenía en la mano al aproximarse al Arca.

Todos estos significados y términos son naturalmente símbolos y, por ello, no se comprende muy bien a los Mormones, quienes aseguran haber encontrado estos dos pendientes: Urim y Thumim, como si se tratara de tabletas o reliquias…!

Joseph Smith, nacido el 23 de diciembre de 1805, fundador de la secta religiosa americana de los Mormones, había reencontrado tal vez “simbólicamente” el Urim y el Thumim, es decir, la “luz” y la “sombra”, y sus discípulos han tomado al pie de la letra sus palabras, olvidando como siempre el espíritu de la cosa misma.

Los misterios del Racional de Aarón están en la composición y disposición de las doce piedras, como sigue:



1

Sardónica

2

Esmeralda

3

Topacio

(rojo)

(verde)

(amarillo)

4

Carbunclo

5

Jaspe

6

Zafiro

(anaranjado)

(verde-negra)

(azul – fuerte)

7

Jacinto

8

Amatista

9

Ágata – Ópalo

(lila)

(violeta)

(lechoso)

10

Crisolita

11

Berilo

12

Ónix

(azul-dorado)

(azul sombrío)

(rosado)



El levantar la piedra de esmeralda y bajar la crisolita y el ónix, permitirá obtener de esta manera los Sephirots más las dos columnas del Templo (representación también de Urim y Thumim):


2


1


3

4

5

6

7

8

9


11


10


12

Las tonalidades equilibradas de los colores dividen la figura en tres columnas verticales (ritual respetado en el primer grado de la Francmasonería). La del MEDIO es la más “sombría” (el misterio de los misterios).

A los lados están la columna de la “Luz” amarilla y la columna del “Calor”, roja en su cima y azul en su base (como la llama de la vela).

El gran filósofo H. Cornelius Agrippa estableció relaciones de lo más educativas sobre las piedras, metales, genios, espíritus, planetas, partes del cuerpo; este sabio médico alemán también ha dado enseñanzas sobre la farmacopea universal.

En seguida uno siente los beneficios que se pueden extraer de las relaciones que siguen, por ejemplo:



PLOMO (espíritu de Zaphkiel) en relación con el ónix;

ESTAÑO (Zadkiel) con el zafiro;

HIERRO (Camael) con el diamante;

ORO (espíritu de Rafael) con el carbunclo;

COBRE (Haniel) con la esmeralda;

MERCURIO (Miguel) con el ágata, y

PLATA (Gabriel) con el cristal.



Según el árabe Balemis, los metales o gemas no pueden vivir sin el “Seilen” (el influjo planetario). Él sitúa la turquesa con SATURNO, la esmeralda es atribuida a MARTE, la amatista a VENUS, el cristal a la LUNA, la cornalina a JÚPITER, el zafiro y el diamante para el SOL y el imán a MERCURIO, pero las variantes existen también dentro de este dominio que queda para nosotros simplemente como una fuente de documentación para ser, quizá, todavía ampliada.

Cualesquiera que sean, se toman los valores de relaciones existentes en todos los dominios y ahí está lo principal de la cuestión.





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Desde entonces no hay más dudas acerca de esos rayos electrotelúricos que se condensan en ciertas partes del globo, y se comprende que donde se concentran fuerzas similares, éstas convocan a reuniones de Sabios, ya sea para la fundación de importantes santuarios o a lugares magnéticos conocidos por los peregrinos.

¿Se han dado cuenta que a lo largo del paralelo 30 se encuentra como una línea importante de un magnetismo especial que hace que sean allí los lugares donde han sido establecidos los Templos de Iniciación desde milenios?

Primeramente tenemos estos Grandes Santuarios, Pirámides y Templos de la antigua civilización Maya, que aún hoy muestran sus esplendores y suponemos toda la grandeza que en ciertas épocas debió existir alrededor de este grado 30 de latitud norte. Las islas Canarias, que son como vestigios de la Atlántida, están situadas un poco más abajo del grado 30, como las grandes pirámides en México (Láminas 46 y 47) donde fueron descubiertas tantas medidas simbólicas que revelan misteriosas profecías, al igual que las de Egipto, que se encuentran así mismo un poco abajo de este trigésimo grado norte.

Es de notar que Lhassa también está precisamente a 30 grados norte (Lámina 26) como, en fin, las isla Ganges en el Pacífico Norte también están sobre esta línea. Tenemos entonces cinco puntos sobre una misma línea de latitud y justamente estos cinco puntos son aún hoy en día no sólo testigos de grandes civilizaciones sino lugares de importantes Colegios de Iniciación, Templos de los primeros Iniciados americanos (los Santuarios de México datan de las edades más remotas que pueden contarse en varios milenios antes de nuestra era). Quedan ciertos testimonios flagrantes del continente Atlántico y es, entre ellos, tal vez en las Islas Canarias donde se tiene la mejor posibilidad de verificarlo. En la cima de una montaña (volcán apagado) se encuentran todavía restos de un templo donde los habitantes hablan un lenguaje desconocido en otros lugares del planeta (se trataría ciertamente de la lengua que era hablada en Poseidón hace 15000 o 20000 años). La meseta de Gizeh en Egipto es aún un centro esotérico (Lámina 119), ya que ahí todavía se dan iniciaciones en nuestros días, como antiguamente, hace diez, quince o veinticinco mil años, sin hablar de todas las condiciones de la gran pirámide, que ha sido objeto de tantas investigaciones para penetrar en su misterio que queda aún como privilegio de Iniciados. Se sabe que el lugar es particularmente central, puesto que desde este punto las líneas que surgen por el mundo, atravesarían tanto el agua como los continentes. Lhassa no es solamente la capital del Tíbet, esa comarca misteriosa; el Potalá (Lámina 26), donde ha vivido el Dalai Lama con sus millares de monjes, está construido sobre una roca y, además del edificio de ocho pisos, las cámaras subterráneas han sido empleadas desde hace mucho tiempo como “sactum” y existen reliquias en este lugar como tal vez no las hay en ninguna otra parte del mundo. Ganges Islands, en el Pacífico, están también entre las más misteriosas, y quedan allí otros lugares verdaderamente esotéricos.

Se sabe que estos lugares no fueron escogidos al azar para ser asiento de Santuarios; los mismos países estuvieron antiguamente divididos según una regla esotérica bien definida. Por ejemplo, Sesostris dividió el Egipto en tres partes, según el Número Sagrado, y cada una de las provincias en 10 “Nomos” bajo la influencia de un genio. Por otra parte, estas 30 divisiones símbolos, son los 30 dioses de la Mitología Egipcia. Existía el Alto Egipto, Thebaida, que representaba la parte celeste, el Bajo Egipto símbolo de la tierra, y el Mediano Egipto en donde se estudiaba la ciencia.





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Nada estaba hecho al azar en la antigua organización de los pueblos. Aun en el modo de hablar, existía siempre la tríada: el lenguaje simple, el simbólico y el jeroglífico, dejando a cada uno según su nivel de adelanto, una interpretación diferente de los principios, sin que esté de acuerdo con la conveniencia de cada quien, sino según reglas naturalmente bien establecidas.

Hemos perdido poco a poco esta intención en todos los campos y es lástima ver nuestro arte desprovisto igualmente de esta simbólica, que forma el atractivo mismo del ideal.

Así, en el color, el blanco representa la Luz y el negro las Tinieblas, la existencia en Sí.

El símbolo del amor y la sabiduría se caracteriza por el rojo y el blanco, varias órdenes místicas tienen estos colores simbólicos: los Templarios estaban vestidos de blanco con la gran cruz de malta roja sobre el pecho y sobre la capa (Lámina 48). La manifestación de la vida, que es la inteligencia y el verbo, se simboliza por el amarillo y el azul, mientras que el acto que resulta de ello, es decir, la realización, se caracteriza por el verde.

De este modo los antiguos ya habían simbolizado por los colores todas las funciones y cualidades de nuestra existencia:



BLANCO: es la Luz Increada de la Verdad Absoluta, la Sabiduría Divina.

AMARILLO: es la Luz Celeste revelada, es la manifestación principal de la Divinidad, por tanto, el símbolo de la Espiritualidad.

ROJO: es el Amor Divino, la santificación del espíritu, símbolo del fuego y del sacrificio.

AZUL: es el Amor Celeste de la verdad, cuando es violáceo; azur es la verdad de la fe; el azul oscuro es el espíritu divino planeando sobre el caos (la intelectualidad, la razón); así, el azul claro (símbolo del aire) es la regeneración.

VERDE: es un color creativo, es el segundo nacimiento (en cierto modo el símbolo de la esperanza); es también el amor a la naturaleza.

ROSA: amor a la Sabiduría divina, religiosidad.

PÚRPURA: amor a la verdad.

ESCARLATA: amor espiritual.

VIOLETA: amor a la religiosidad, devoción.

NARANJA: revelación del amor divino, unión de la criatura con el Creador.

ROJO OSCURO: da la impresión de una baja bestialidad, sensualismo.

GRIS: aspiración de la materia hacia el Principio, es el gris el que hace la unión entre forma y color.

NEGRO: marca la negación, el mal o la nada.

Generalmente se emplean las formas circulares (en rotación) para aceptar todos los colores que tienden hacia el blanco, y las formas rectilíneas (traslación) para los que tienden hacia el negro.

En ciertos grabados antiguos se encuentran todavía, algunas veces, enseñanzas muy profundas en simbolismo; por ejemplo, ciertos dibujos de Alberto Durero o principalmente diplomas antiguos de sociedades secretas o en los emblemas de asociaciones esotéricas.

Un antiguo diploma–credencial de francmasón da un cúmulo de lecciones en su composición; encima del globo en donde se ven los continentes hay una corona en cuya parte superior están inscritos: “Kether”, enseguida “Hochmah” y más abajo “Binah” (los tres sephiroths superiores) y la cual está sostenida por dos ángeles.

El globo está colocado en un frontón triangular, en cuya base está inscrito a lo largo MIZRACH, con las direcciones de Oriente y de Occidente.

Las dos columnas llevan la J:. y la B:.tradicionales; encima de la reservada a los aprendices, la palabra AOUR, y encima de la que corresponde a los compañeros, AIN-SOPH.

En el centro, debajo del frontón, hay una cúpula con las tres letras madres del alfabeto hebraico (el esquema: ShinשMemמAlephא), debajo de las cuales hay un gran rectángulo a lo largo, en cuyas cuatro esquinas se encuentran:

  1. Los elementos de la tradición (fuego – agua – aire – tierra)

  2. Las palabras: astronomía – geometría – física

  3. Los ángeles

  4. Las palabras: Neshamah – Nephesh – Rouah.

En el centro está el árbol cabalístico con las 32 vías que unen a los Sephirots entre sí con los planetas correspondientes. El árbol Sefirótico está rodeado de un medallón ovalado que lleva los 32 grados en un espacio reservado para cada uno de ellos. En la parte inferior del diploma vemos tres puertas con las inscripciones: puerta del centro, puerta de las flores y puerta de la Eternidad. A cada lado de la puerta del centro se puede ver un personaje, se trata de Adam y Eva desnudos, con un delantal solamente.

Cerca de los pilares de las columnas, los escudos se elevan a 33. Cada uno con el emblema – símbolo de un grado correspondiente y, por último, al extremo derecho del diploma, los 72 nombres de los genios en latín (también los 72 ancianos) y al izquierdo 72 escalones con los nombres de los espíritus en hebreo (correspondientes a los 72 salmos originales de David).

Tales documentos son de lo más instructivo. No sólo dan una documentación acerca del orden en cuestión sino que ofrecen una instrucción a los miembros que se benefician con su obtención.

Todos estos símbolos poseen una profunda razón y confirman un estado de conciencia de aquel que recibe el Honor de la graduación, en la sociedad que se caracteriza por estos emblemas.

A pesar de la gran variedad de emblemas, todos reposan sobre símbolos de base que son idénticos y retornan siempre a los primeros elementos y principios que ya hemos considerado.

El triángulo, tan corriente en las asociaciones esotéricas es la forma oriental de la triología oriental, así como la cruz es la forma occidental.

En el triángulo, la base representa el amor divino (Dios hecho hombre, los Avatares, los Enviados, los Instructores que se presentan en épocas regulares para enseñar la mística); un lado es la inteligencia divina (es Brama, el creador, etc.); y el otro lado del triángulo es la conciencia universal (el destructor de las pasiones, el espíritu divino).

En la cruz, el amor divino es la línea horizontal, Dios manifestado en la carne, es el símbolo de este mundo, el plano material (Cristo, la forma o segunda manifestación de Dios); la línea vertical representa la inteligencia divina (es el Creador, Dios descendiendo a la Vida, el Padre) y, en fin, el conjunto, el emblema mismo, es la conciencia universal a la cual el mundo debe reunirse (es el espíritu santo, el destructor de las pasiones, el alma divina). Así, triángulo o cruz, son Brahma–Vishnú–Shiva, o el Padre–Hijo–Espíritu Santo, igual que Vida–Forma–Pensamiento, que siempre manifiestan la trinidad en las diversas religiones.

Cuando asistía al Congreso Internacional de las Fuerzas del Espíritu, en Bruselas, en 1951, alguien me deslizó entre las manos una gráfica que pienso reproducir aquí porque parece muy educativo; ignoro su procedencia y no puedo citar por esto la referencia, solamente tiene una inscripción al lápiz: “hoja devuelta por la revista ECHANGES”. Me excuso por la poca información en cuanto a la fuente de esta composición que merece la más grande atención.

Lo dejo a la reflexión del lector como lo fue dejado a la mía tan anónimamente.

Se sabe que la fiesta de las Pascuas no es únicamente de origen cristiano. Se trata aún de un gran símbolo de la primera luna llena de primavera, este festival existe en Oriente desde hace milenios. Según los cristianos, sería el aniversario de la Resurrección, idea tomada de los Judíos. Cuando los Cristianos se consolidaron en Europa, quisieron reemplazar las fiestas del equinoccio (21 de marzo) que conmemoran el verdadero comienzo del año (ya que el sol en su movimiento aparente está al comienzo de su recorrido anual, a cero grados de la eclíptica, principio del signo del Cordero), las reemplazaron por lo que los hebreos llamaban “Pascha” (franquear, pasar más allá). Moisés instituyó esta fiesta para conmemorar que el Señor pasó en las casas de los niños de Israel cuando azotó a los egipcios en la época del equinoccio de primavera. Este festival existe en el Tíbet con las fiestas de Wesak, cuando Buda visita cada año la tierra. Se manifiesta entonces por un Mensaje que es esperado por la cuarta parte de la humanidad (500 millones de almas hoy en día son Budistas, como se sabe).

Fue el Concilio de Nicea, en el año 325, el que decidió que la fiesta de Pascuas fuera establecida el domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio de primavera, que desgraciadamente no se produce siempre en la misma fecha, sobre todo desde la introducción dentro de nuestras costumbres del calendario Gregoriano (llamado cristiano), en 1582.

En lo que concierne a la fiesta de Navidad, conmemoración del nacimiento de Cristo, tendríamos también que detallar la cuestión de fecha, que parece poco correcta el 25 de diciembre (tercer grado del signo del Macho Cabrío), ya que el 22 de diciembre (0° del Macho Cabrío) señalaría el solsticio de invierno y el sol estaría entonces en su aparente posición sobre la eclíptica, como iluminando el Zodíaco, trazando perfectamente una cruz cuya rama vertical va del grado 270 de la eclíptica al grado 90 (en lo opuesto del Zodíaco, el comienzo del signo de Cáncer, al principio del verano) y cuya línea horizontal señalaría del grado cero al grado 180.

Tendríamos, pues, los solsticios y los equinoccios como puntos extremos de la cruz, cuya cima estaría iluminada por la posición del sol el 22 de diciembre, como si el rayo descendiera a las tinieblas, la involución en la materia, caracterizado mejor por aquel que ha simbolizado el “Incarnatus Est”!.

Entonces, vamos a terminar así esta introducción con una idea general sobre la tesis que defiendo, es decir, aquella del “Retorno a la Mística”.

Evidentemente no puedo desplegar el análisis suficientemente como todo lo que está contenido en estas páginas; donde trato de recordar simplemente los elementos principales del carácter esotérico con el cual hay que considerar el arte en general. Es difícil para mí, el hecho de no hacer repetición de todo lo ya dicho y, sin embargo, emitir tímidamente un resumen para aquellos que no tienen ningún conocimiento en este dominio.

Insisto en el hecho de que no me considero un artista, sino que intento mostrar la Vía del Arte; por eso yo mismo he abordado el terreno y escogido la rama artística en donde estaría lo menos mal. ¡Mi poesía no ha emocionado a nadie; abandoné la música muy pronto por demasiada pereza en el estudio del solfeo; no pudiendo hacer nada con mis diez dedos, dejaba de lado rápidamente el modelaje y la escultura; mis estudios de arquitectura fueron poco fructíferos a pesar de las cualidades de gran constructor que debería haber heredado de mi padre! Mis dibujos llamaban la atención de mis profesores desde mi tierna edad y es hacia la pintura que me dirigía desde temprano con una aspiración más grande que la de un aficionado. Hoy en día no predico un ejemplo, sino presento los diferentes estilos, géneros y composiciones, a fin de ofrecer más bien una documentación a aquellos que les interesa, en lugar de “esculpirme” un nombre en una rama en la cual no tengo nada que hacer.

Esta bien claro que no intento “predicar para mi parroquia” como se dice!. Es decir, lejos de mí el pensamiento de canalizar los espíritus hacia aquello que creo lo mejor o de atraer la simpatía hacia lo que hago, puesto que no tengo nada definido ni estrictamente personal. Nada he inventado y no busco estar en el origen de una nueva Escuela. Como lo veremos, no sigo estrictamente la línea de conducta que expongo y esto, en razón de lo que acabo de aducir; no deseo (al menos por el momento) ubicarme en una idea, ni filosofía, ni aún en arte, en pintura especialmente.

Voy pues a dar un resumen de este “Retorno a la Mística”, ya mencionado, que es el tema a seguir para todos aquellos que desean retomar el Saber de la Tradición y así convertirse en la vanguardia de los portadores de la antorcha que debe alumbrar a las generaciones futuras.

Las ideas fundamentales son evidentemente de carácter breve y hay que imaginar todas las consecuencias y los efectos a obtener; es como un esquema sobre el cual habrá que construir el resto. Al fin de no perdernos en análisis demasiado minuciosos, doy los elementos en bruto, entregándolos así a la meditación de cada uno.

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He expuesto con frecuencia la fórmula algebraica correspondiente a los misterios de las triologías religiosas: (a + b)2 = a2 + 2ab + b2.

Se comprende muy bien ahora que todas las trinidades reposan sobre un mismo principio de VIDA-FORMA-PENSAMIENTO, con diversas manifestaciones en donde se ve a la Virgen, o a la Madre, o a la Esposa, o simplemente a la Mujer (según las sectas) remplazar al Cristo, al Patriarca, al Esposo, al Hijo, al Mensajero, al Hombre. Esta es una de las primeras divisiones de la Iglesia de Roma y la Francmasonería; la primera rinde culto al principio femenino (la Virgen) y la segunda al principio masculino (Abif Hiram).

En la fórmula antedicha “a2” es así simbolizado para caracterizar a Dios en su doble función, el Dios-No-Manifestado y el Dios-Manifestado (el Prakriti y el Purusha de los hindúes). Esta idea está mejor definida por el Ariq Anpin y el Zeir Anpin (gran figura y pequeña figura), de los Cabbalistas. El Zohar es explícito a propósito de estas dos polaridades.

“2ab” es a fin de simbolizar el principio masculino y el femenino, la forma en la cual se manifiesta lo Divino o la matriz en la cual se propagará la humanidad (espiritual y material).

“b2” es el Espíritu Santo, por una parte existiendo por sí mismo y por otra manifestándose en la Humanidad.



Esta idea triple está muy de acuerdo con:



Inspiración-Retención-Expiración fueron las primeras manifestaciones en el Individuo que se caracteriza en esta vida por la Respiración. Siempre esta triplicidad de principio, que ya hemos visto anteriormente.

Ya hemos señalado también las 3 formas de interpretar un lenguaje (tratándose de literatura o de lenguaje musical, etcétera): textual, jeroglífica y simbólica. Todos los textos de base están compuestos así, para ser entendidos según el grado de adelanto del lector. Uno de los textos clave es ciertamente los “Versos Dorados” de Pitágoras, así como la Tabla de la Esmeralda de Hermes Trismegisto (“En Verdad, esto es sin engaño, cierto, y muy verdadero. Lo que es abajo es como lo que está arriba y lo que es arriba es como lo que está abajo, para que se cumplan los milagros de la Unidad, etcétera”).

Llegamos a lo que ha sido la base de búsqueda durante siglos: el Número de Oro. Se ha escrito hasta la saturación sobre este tema, no siendo ya necesario repetir de nuevo su descripción. Doy de paso la fórmula: *

En la pintura debemos distribuir colores y formas de acuerdo a un procedimiento coordinado basándose en este número, 1.618. Esta puntualización de nuestro tema sugiere la idea de la Estética en los tiempos antiguos y no tiene nada en común con lo que entendemos hoy en día por “belleza”. Bien sea en una obra objetiva o subjetiva, es posible respetar estas bases ya que puede tratarse de líneas condensadas en un cierto punto de la coordinación como también del color o simplemente de la disposición del motivo en conjunto. No se trata pues, siempre, de “retocar” lo abstracto para estar en la línea del número de oro.

Es necesaria naturalmente una idea esquemática, es decir, que la base debe estar perfectamente de acuerdo con las reglas arqueométricas y que, luego, cierta extensión pueda desbordar los límites de la justa perfección, así como los chinos que dejan, siempre, un pequeño defecto en sus obras, a fin de no oponerse a la Naturaleza o probar que no han querido igualar a la Perfección.

Los antiguos lenguajes, como las arquitecturas o cualesquiera de las artes (siendo la del Verbo la primera) estaban basados en esta idea de “claves”, con las cuales luego se construía. El alfabeto hebreo, por ejemplo, está compuesto de 3 letras madres, 7 letras dobles y, por último, 12 letras simples; se comparan si se quiere con los 3 planos de vida, los 7 planetas y los 12 signos del Zodíaco y toda la serie de correspondencias que ello pueda ofrecer. Las tres letras madres: Aleph-Mem-Shin, representan Vida-Forma-Pensamiento; son como las bases de las palabras sagradas; los términos importantes del lenguaje y los valores primordiales que se reencontrarán a menudo en el curso de los estudios esotéricos. Es de notar que el conjunto de las 3 mismas letras forma ya una idea bien definida, aplicada al principio mismo: el esquema (Sh-M-A). Se sabe que, en Hebreo, las letras están escritas de derecha a izquierda y al leer en este sentido tenemos entonces la significación de un esquema, de un plan, de una primera estructura antes de la construcción; como un croquis antes de una obra. Estas 3 letras son el Sketch de la construcción del alfabeto, primer material del lenguaje.

Como una división del nombre divino, esta triplicidad se refiere a las manifestaciones de la vida. Los 3 planos (Vida-Forma-Pensamiento, o aun el dominio material, mental y espiritual), mientras que las 7 letras llamadas dobles serán los 7 planetas tanto como los 7 colores principales o las 7 notas en música que vamos a analizar por las 7 cuerdas de la lira de Orfeo, que simbolizan también las 7 maravillas del mundo; y, en fin, las 12 letras simples estarán inscritas en las puntas de los 4 triángulos entrelazados en el simbolismo egipcio.

Después de haber visto el “esquema”, el esqueleto, el plan-croquis manifestado por las 3 letras, llegamos a las 7 letras de este alfabeto que conserva su carácter sagrado por su composición esotérica.

Las 7 maravillas del mundo son como 7 manifestaciones divinas y son igualmente el número de las artes compuestas por la perfección:





EL TEMPLO DE JERUSALEM fue fundado para glorificar a Kronos (Saturno) y perpetuar en el tiempo el valor del Símbolo de la Vida mediante las luchas por la perduración (el Padre Tiempo es Saturno con su guadaña y su reloj de arena).

Saturno se manifiesta por el color negro; la vibración cromática es de 0.58 y el amarillo el color con que afina.

En música, los hindúes han colocado la nota SI, en relación con este planeta que, entre los metales, es caracterizado por el plomo cuyo peso atómico es 207.2 y 82 en número de electrones.

En los Sephirots tendremos MALCUTH y el río sagrado en concordancia será el Indus.

La forma arqueométrica es un triángulo con una línea vertical como indicando un hilo de plomo; la letra correspondiente es Beth y 4 la cifra guamétrica, lo que en el rostro está caracterizado por la boca.



EL JÚPITER OLÍMPICO es la estatua de Júpiter construida por Fidias de Atenas para simbolizar a Zeus. Es el Dios del Trabajo rodeado del Zodíaco señalando la evolución de la personalidad en la cual tanto influye Júpiter.

Este planeta cuyo símbolo es el color azul, de vibración cromática 0.41 es afín con la tonalidad violeta.

Es el DO en música armónica, pero los hindúes le dan el LA.

El mineral es el estaño cuyo peso atómico es 118.7 y 50 el número de sus electrones.

En los Sephirots tendremos YESOD y el Sutlej como río sagrado.

La forma arqueométrica es una curva descrita siguiendo lo que podría parecer el número dos, en el rostro es el ojo derecho; 5 en valor guamétrico y Guimel como letra en el alfabeto.



LA FORTALEZA DE SEMIRAMIS con sus jardines colgantes de Babilonia es el símbolo de Marte (Dios de la Guerra ante los griegos).

El color del planeta Marte es el rojo (a la gloria de los militares).

La vibración cromática es de 0.60, de color anaranjado y RE como nota musical.

Su metal, el hierro, con peso atómico de 55.9 y con 26 electrones.

NETZAH – HOD en el árbol Sephirótico y el Jumna como río sagrado.

La forma arqueométrica es una especie de 5 sin la barra superior horizontal.

Es el ojo izquierdo en el rostro, el Daleth como letras y el 6 el valor guamétrico.



LA TUMBA O MAUSOLEO EN HALICARNASO, es el monumento que simboliza a Venus, es la glorificación del amor.

El color es el verde con 0.65 de vibración cromática.

El rojo como color en concordancia y el FA en música (los hindúes toman el DO).

El cobre es su metal, cuyo peso atómico es 63.5 y con 29 electrones.

TIPHERET en los Sephirots y el Ganges como río sagrado.

En el rostro es la fosa nasal izquierda y Phe como letra hebrea, con valor guamétrico de 60.

En cuanto a la forma arqueométrica a respetar es como un cinco pero sin la barra superior horizontal, mas esta vez la cifra estaría invertida como vista en un espejo (no de abajo hacia arriba sino de izquierda a derecha).



LA PIRÁMIDE, construida por Cheops a la gloria de Hermes en Egipto, es el símbolo de Mercurio, que es de color violeta.

La vibración cromática es 0.52.

Color de vibración en concordancia: el verde.

SOL es la nota musical (SI para la música Hindú).

Mercurio como su metal (la plata viva) con peso atómico 200.6 y 80 el número de electrones.

Como Sephirots tenemos HESED-GEBOURAH y el Gogra como río sagrado.

Es la oreja derecha como orificio en el rostro y 120 el valor guamétrico para la letra RESH.

En cuanto a la forma arqueométrica sería como un 2, pero reclinado sobre su costado: la curva hacia abajo, sin la barra horizontal.



EL TEMPLO DE DIANA fue construido en Efeso para glorificar a la gran flechadora y a la gloria de la Luna que permanece como símbolo principal.

Es el amarillo su color; 0 como valor cromático; hay ausencia de color en su vibración afín (¡el blanco, el rayo lunar!)

LA será la nota musical correspondiente en armonía (FA entre los hindúes).

La plata como mineral, de peso atómico 107.9 con 47 electrones.

En el árbol cabalístico tendremos HOCHMAH-BINAH como Sephirots. El Mayumba como río sagrado.

La oreja izquierda en el rostro.

Caracteriza el TAU en el alfabeto y 360 como valor guamétrico. La forma arqueométrica es un círculo cortado en dos por una barra horizontal.



EL COLOSO DE RODAS16 en el Dodecaneso a la gloria de Apolo.

Es el Sol como un símbolo aurífero y su vibración cromática 0.47 con el azul como color en vibración afín y con MI en música.

El oro como su metal en concordancia con peso atómico de 197.2 y 79 como número de electrones.

Tendremos a KETHER como Sephirot y el Brahmaputra como río sagrado.

Es la fosa nasal derecha en el rostro con la letra Kaph y 20 como valor guamétrico.

La forma arqueométrica es una curva (semi-círculo) inscrita al nivel superior del círculo (lo cual sería la media circunferencia; la parte elevada) con un punto que podría simbolizar el centro.



Tenemos, pues, estas siete maravillas del mundo que también pueden ser las principales glándulas endocrinas en base a las cuales el sistema Yoga ha clasificado los “Chakras” (palabra sánscrita que podría significar “rueda”, pero que por extensión se interpreta como centros nervo-fluídicos). Los siete espíritus de Dios de los que habla el Apocalipsis, así como los siete planetas, se representan en todas partes y en todas las circunstancias.

¿Acaso no es magnífico encontrar aún este septenario en los siete ríos sagrados rodeando el Monte Kailas, cima espiritual del mundo?

Debemos ahora considerar las doce letras simples del alfabeto de las lenguas madres.

Esto evoca evidentemente también los 12 signos del Zodíaco. Vamos entonces a presentarlos en dos series de cuatro triángulos.

(Ver triángulos en las páginas siguientes)

































Colocaremos a cada lado de cada triangulo un signo siguiendo el orden de las constelaciones, obteniendo así cada vez una triplicidad de elementos; pero tendremos, sin embargo, cuidado en marcar en cada triángulo uno de los cuatro elementos de la física y el domino en el cual se manifiesta la trinidad zodiacal (ejemplo: el cordero, el toro y los gemelos son signos que gobiernan la inteligencia, el razonamiento, el juicio, etc.).

En la serie de los triángulos inferiores señalaremos primero el elemento requerido en la magia (en concordancia con el Taro correspondiente) y caracterizado por los símbolos de los 4 elementos, es decir, los espíritus como se dice en ocultismo; en fin, tendremos 4 letras del nombre divino para distribuir en estos gráficos, que llevarán en cada ángulo una letra de la serie de las doce simples del alfabeto hebreo. En lo que concierne al conjunto, encontraremos para cada uno de los 8 triángulos el nombre de una divinidad egipcia.

Estas ocho composiciones triangulares recuerdan evidentemente los 8 Kouas de los chinos y están también en la base de la composición de muchos mandalas, algunos de los cuales fueron igualmente compuestos por los egipcios y encontramos aquí de nuevo esta formación original que da las claves de diversas manifestaciones hacia las cuales debemos dirigir nuestros esfuerzos.

El Buey Apis por sí mismo fue un símbolo viviente de un esoterismo profundo; los cuernos (que representan la luna en creciente) del animal dan ya a reflexionar sobre muchos puntos y las características se reencuentran todavía en estas dos gráficas bien conocidas:

Triple Serapis

Triple Hécate





Apis Negro

Apis Blanco



Fueron simplificados en otros símbolos cuyas líneas (prescindiendo de los planetas situados en las puntas de los triángulos) han sido solamente objeto de una vulgarización de las más populares.







Finalmente, una de las gráficas frecuentemente reproducidas en esoterismo general es el conjunto de la Antigua Filosofía Hermética.






Se trata del Sello de Salomón, cuyos dos triángulos entrelazados originan el axioma de Hermes Trismegisto con el equilibrio de los mundos (macro y microcósmicos) y está coronado con el círculo (ouroboros) de la Eternidad (ni principio ni fin) y en su base está suspendida la cruz de Manifestación en nuestro mundo – vida.

Puede tratarse muy bien de un mandala con efecto Yentrámico; se sabe que principalmente en el Tíbet, el Yentram es un elemento de concentración que resume una Misión entera. Un Yentram es como una iniciación dada en algunas instrucciones resumidas en un gráfico. El estudio no es facilitado con ello, al contrario, es un estímulo al dinamismo, una llamada al trabajo sobre todo. Uno podrá concentrarse en estos Yentrams y obtener revelaciones cada vez más importantes. (Lámina 57)

Si los artistas pudieran volver a este género de operaciones, esto sería una Verdadera Misión para dar así al mundo un objeto de concentración en el cual cada uno podría encontrar una Iluminación. Los primeros en ser educados serán, por cierto, los artistas mismos, “misionados” que luego serán Mensajeros, como Sacerdotes de un Alto Conocimiento aliado al Saber para el beneficio de la humanidad que entonces comprenderá la Vía a seguir y tomará poco a poco la dirección de la Verdadera Sabiduría.





* * *























Llego, pues, al final de esta introducción de mi libro, con la cual he querido hacer comprender con qué sentido intento entreabrir un poco la puerta del Templo Supremo. Solamente espero que el lector lea estas líneas con el espíritu apropiado. ¿Habré sido suficientemente explícito? No lo sé: intento dar una Luz a esos problemas que tanto interesan a los estudiantes de la Doctrina Secreta en particular, pero, ¡ay!, queriendo aportar una claridad, se confunde a menudo las bases ortodoxas que están bien ancladas a concepciones atávicas que tenemos en todos los dominios de nuestra vida corriente y maquinal. Frecuentemente se les reprocha a mis escritos el ser demasiado “concretos”, demasiado “positivos”, lamentando que el lado subjetivo no encuentre con frecuencia su lugar en mis teorías.

No vengo a dar una vez más un sentimentalismo agradable a la multitud de “frustrados” de toda clase; traigo una verdad clara, nítida y precisa, es decir, brutal.

Falta sin duda el lado afectivo, no hago un llamado a las cualidades del corazón, ¿para qué?, las más diversas doctrinas han aportado sus remedios de dulzura al mundo y, sin embargo, permanece tan insensible a la miseria general y entiendo esto en el sentido propio como en el figurado, es decir, que se concibe muy bien que la miseria debida al caos material es igualmente la consecuencia del caótico espíritu general. Cada uno ama sus muletas y ejerzo un poco el papel de rompe-muletas.

En efecto, soy como aquel que viene a atropellar al que se encuentra tullido en el suelo, se me reprocha este choque brutal en el momento del incidente, pero cuando él se levanta, cojea un poco y luego se pone en marcha, súbitamente se da cuenta que se encuentra privado de las muletas que acabo de quitarle.

He aquí todo el punto: sepamos aceptar un momento la dureza de la enseñanza, es el bisturí del cirujano, la fresa del dentista. Ello duele en el momento, paciencia y reflexión y será una liberación súbita, al menos del peso de este polvo dogmático. Uno se siente, de pronto, invadido de una paz profunda. La palabra Paz es escogida a propósito, ya que en mi teoría es inútil buscar una alegría como ideal. Hay que aprovechar las alegrías, pero no estabilizar la esperanza de vida sobre este punto, porque esto sería exponerse aun a decepciones y al reverso de la alegría: la tristeza; es entonces mejor la búsqueda de la serenidad, la estabilidad del espíritu; la liberación completa del fanatismo, cualquiera que éste sea: religioso, científico o artístico, porque de hecho existe en todos los campos de la conciencia humana.

Si puedo llegar a encaminar sobre la Via al lector, habré logrado un fin grandioso; si no, mis páginas quedarán de todas maneras como una documentación, la cual pienso que podrá ser útil para los que evolucionarán de todos modos, ya sea en el sentido que describo o en otros, poco importa en el fondo si la línea de conducta que preconizo se sigue o no; tengo la certidumbre del resultado final: la evolución de la Humanidad, gracias a fuerzas que sobrepasan ampliamente todas las pequeñas discusiones de parroquia. Las fuerzas provienen de aquellos que se encuentran a disposición de la Gran Tradición Iniciática, de la cual soy el más humilde servidor.



SERGE RAYNAUD DE LA FERRIERE,

Solsticio de Verano, Año V

de la Era del Aquarius (Nueva Edad)

22 de junio de 1952 (Era Vulgar)







11Nota del Coordinador de la Literatura de la G.F.U.: Matesis, término de origen griego actualizado por el Maestre Dr. Serge Raynaud de la Ferrière en forma primordial para la aplicación de una vasta enseñanza en la autorrealización del hombre. Su significado puede entenderse como síntesis viviente, culminación del proceso tesis, antítesis, síntesis y matesis.

12Llamada algunas veces “Serenata”, se sabe que muchos versos han sido puestos en música, y en el presente se comienza a vislumbrar la música en colores. Ya había intentado la experiencia en Bélgica, en 1931, con un amigo, R. Van L., con quien proyectábamos, en una pantalla de cine, colores apropiados para unas orquestaciones.

13Uno recibe al abordar el 4o. “ashrama”: la guerrúa (vestimenta sagrada), un mandala (no confundir con un talismán), un mantra (palabras mágicas), una asana (postura especial para el desarrollo psicofísico) y, por último, un nuevo nombre a fin de confirmar el nuevo nacimiento.

14Encontrada en la isla de Milos.

15El rostro humano se caracteriza por ocho divisiones y el profesor Camper calcula el ángulo facial haciendo pasar una línea derecha que desciende desde el punto elevado del cráneo hasta la mandíbula inferior y otra transversal a los dientes, la línea que parte de la mandíbula superior hasta el orificio auricular en el hueso temporal, que da la medida del ángulo.

*Nota del Coordinador de la Literatura: Para un estudio detallado del número de Oro, ver “The Divine Proportion”, de H.E. Huntley, Dove Publication, N.Y., 1970.

16Su nombre en griego equivale a doce islas, de las cuales las más importantes son: su capital Rodas, Cos, Patmos, Cárpatos, Calimnos y Astrofalia.